Es complicado encontrar tu sitio en un entorno masificado.
Es difícil sentirte parte de una comunidad tan heterogénea en sus gustos y
concepciones como hemos visto hasta ahora.
La única herramienta que me ha guiado de manera efectiva
hasta ahora, es la confrontación entre arte y artesanía.
Sé que muchas personas no comulgarán con una visión tan limitante de lo que
hacemos. En mi caso me ayuda a encontrar un lugar y un camino.
Me explico. El verdadero arte está en la comunicación a
través de la creación. Así, los compositores, aquellos que han trascendido y han formado parte de la historia de la
música son los que han gozado de la capacidad de abstracción necesaria para plasmar
en papel ideas, sentimientos y planteamientos.
Y digo plasmar en papel porque aunque la mayoría tocasen el
piano, violín, dirigiesen orquestas, etc. de lo que se trata en ultimo termino
es de plasmar las ideas en un papel que los músicos tendrán que descifrar para
luego interpretar (en sentido literal de la palabra).
El verdadero arte está en los compositores. Los músicos somos
meros artesanos que como relojeros trabajamos en el engranaje sonoro que hace
que la obra funcione desde un punto de vista fenomenológico. Investigamos
diferentes maneras de expresar una idea que YA está desarrollada, pero que
precisa de nuestra capacidad técnica para vivir el momento que le toca vivir.
Los instantes más bien.
En parte esto es lo que lo transforma en una actividad tan
subjetiva, pero mirado desde el punto de vista de la era moderna que nos ha
tocado vivir prefiero que siga siendo así de subjetivo antes que tener que recurrir a grabaciones como si de
testigos judiciales se tratase: “No ha
tocado bien, aquí está la prueba”.
Personalmente me aburrió muchísimo a la vez que me parecía impactante.
Creo que es un firme candidato a laureado finalista.
Continuando por la sesión de la tarde, había dos recitales bastante esperados. Por una parte Mark Bouchkov, y por otra Narita Tatsuki.
Mark elaboró un recital con obras muy de su estilo pero poco contrastantes. Bajo el estandarte del lirismo francés de finales del siglo XIX se puede encuadrar su estilo que tiene toques de las escuelas francobelga y rusa.
Sin embargo su actuación no cumplió mis espectativas. Si ya en el Schumann de la primera ronda alcancé a ver ciertas trazas de la expresividad de violinistas como Christian Ferras, en esta segunda ronda y además con una obra tan oportuna como el poéme, esperaba que se convirtiesen en pinceladas que definiesen mucho mas su estilo.
Sin embargo su actuación no cumplió mis espectativas. Si ya en el Schumann de la primera ronda alcancé a ver ciertas trazas de la expresividad de violinistas como Christian Ferras, en esta segunda ronda y además con una obra tan oportuna como el poéme, esperaba que se convirtiesen en pinceladas que definiesen mucho mas su estilo.
Por el contrario resultó bastante estándar, sin arriesgar demasiado. No cuestiono esa decisión, pero me quedo con ganas de oír lo que creo que este hombre nos puede ofrecer y nos ofrecerá si de alguna manera consigue abrirse paso.
Narita por otra parte siguió en su linea de calidad sin excesos. Su recital tampoco fue contrastante ni en estilo ni en ideas, pero fue bonito.
Cabe insistir en que aunque ahora podamos disfrutar de los vídeos, en escena se vive de manera muy distinta y es donde se aprecia la calidad de los instrumentos y sus diferencias.
Continuando
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