Uno de los mayores retos que se imponen en la labor de
jurado –a mi entender- es la capacidad
de abstracción y la liberación de todo prejuicio a la hora de evaluar.
De ésta manera conseguimos introducirnos en la lógica de la
propuesta del concursante sin atender a reminiscencias de cualquier índole.
Esto requiere un esfuerzo ya que nuestro bagaje cultural, musical y hasta
personal nos pone en jaque continuamente. El esfuerzo es además agotador puesto
que hay que renovarlo con cada concursante y es aquí donde radica su dificultad.
Desde mi punto de vista el jurado debe tener unas premisas
muy claras a la hora de evaluar (que no juzgar) que por supuesto no son de
dominio público –al menos hasta donde yo se-. Así lo podemos observar en las
oposiciones a orquesta (lo siento, pero tarde o temprano tenía que salir la
comparación) en las que cada entidad busca un resultado diferente, un sonido
distinto.
A lo largo de estos días he intentado hacer –con éxito en
mayo o menor medida- este ejercicio de
abstracción y es a través del mismo que he llegado a la conclusión de que la
herramienta más útil para formarte una
opinión objetiva (que poco me gusta éste término) es la búsqueda de la
consonancia artística.
Demasiado a menudo se nos olvida que nuestra profesión forma
parte de las artes escénicas y que como tal se beneficia de todos sus recursos
expresivos y se ve perjudicada por todas
sus limitaciones. Y es que en nuestra educación musical digámosle oficial,
dentro de ese despropósito llamado plan de estudios no se contempla ni de lejos
la posibilidad de enseñar al alumno a manejar estos recursos.
Estoy hablando de la capacidad de interactuar con el
público, de manipular sus sentimientos a través de la expresividad corporal, de
la conciencia escénica, de la visualización espacial. Éste conjunto de
cualidades que pocos músicos saben utilizar configuran lo que yo entiendo por
consonancia artística y que puede utilizarse como ligazón que aporta coherencia
interpretativa.
Desde esta perspectiva, tres concursantes del día 3 de mayo
me llamaron la atención.
Matous Michal, hermano del boxeador del primer día nos
ofrece una versión mejorada de lo que pudimos oír. No me entendáis mal, ambos
tienden a la misma interpretación y de hecho imagino que estudiarán con el
mismo profesor. Sin embargo Matous se aleja de las modas de las que hablábamos con
una honestidad que raya en la inocencia, su brutalidad en la ejecución de
Bach le lleva hasta el punto de romper tres o cuatro cerdas –detalles que sólo
aprecias en directo- y sin embargo destila consonancia artística.
Todo tiene un sentido . Es como si al verle salir (alto,
robusto, de mejillas sonrosadas y rostro compacto) no pudiéramos concebir otra
manera de tocar para el. El capricho elegido es el 24. Poco más que reseñar
además de una de las variaciones de pizzicatos más limpias en lo que va de
concurso.
Otro de los concursantes que me ha llamado la atención es un
griego con la doble nacionalidad rusa de nombre Arsenis Selalmazidis.
El caso de este violinista es realmente curioso. Comenzó con
Bach y durante casi todo el Adagio tuve la sensación de que luchaba por
contener los nervios de manera muy visible: cada vez que pasaba el arco le
rebotaba en el centro. A medida que avanzaba la interpretación me incliné más
hacia la teoría de que el arco que tiene no le acompaña en su técnica –los nervios
eran demasiado intermitentes como para ser una constante- para terminar identificando
que se trata de una sobrecarga de tensión (desconozco la causa) fácilmente identificable
por la tensión de su mandíbula.
El caso es que es realmente un milagro que pueda tocar tensando
como lo hace. Y aun así tocó uno de los caprichos más imaginativos que he oído.
El tercer violinista reseñable es un canadiense de
ascendencia asiática llamado Nikki Chooi.
Poco que decir, si bien no es de los que más me gusto en ninguno
de sus aspectos, es el perfecto prototipo de violinista que busca éste concurso
a menos que los criterios estén cambiando realmente. A destacar un capricho 17
impresionante.
Mención especial
merecen tres violinistas asiáticas que van directamente al limbo: Kim Bomsori,
Marisol Lee y Mai Suzuki.
La primera es la definición más precisa de violinista
asiática: sonido cuidado, afinación casi imposible y expresividad aprendida. El instrumento le acompaña. Sin embargo hay
algo que destacó por encima de casi cualquier cosa y es la constancia
TOTALMENTE regular a la hora de respirar emitiendo una especie de suspiro
contenido, como estuviese sorbiendo una pajita. La regularidad de estos
suspiros hace difícil la tarea de escucharla ya que es realmente molesto.
Es como cuando ves a un político en la tribuna del congreso
de los diputados exponiendo un asunto y repitiendo de manera robótica un gesto
concreto.
Todo esto le ha valido el apodo de “suspiritos”, no se si se
oirán en el podcast pero os animo a disfrutarlos.
Marisol Lee me dio la impresión de que desequilibraba su
consonancia artística hacia el lado exclusivamente trascendental. Y es que la música
no está exenta de momentos de humor o ternura como os imaginaréis. De Marisol
se puede decir desde luego que es una violinista solida y muy profesional, pero
también se puede decir que esa concepción trascendental juega en su contra
terminando por resultar un tanto manierista dentro de la concepción moderna por
ejemplo de Bach llevando cierto fraseos al extremo expresivo.
Para Paganini sin embargo resultó sin duda muy virtuosa. Sin
embargo su expresividad facial me dice cosas distintas de la música que toca.
Quizá aquí haya sido yo el que haya fallado en el ejercicio
de abstracción.
Por último, Suzuky Mai
priorizó ante todo una estructura rítmica basada en la estabilidad que
bueno, dentro de la monotonía trascendental del día aportó un poco de frescura,
hay que concederlo.
Sin duda lo más interesante es observar las contradicción intrínseca a un arte escénico con una escalada técnica de tanta exigencia. Y hoy en día se rompen limites a pasos agigantados.
Eso de los Jurados es un mundo en todas las disciplinas y no digamos la discrecionalidad de la que gozan sus miembros a la hora de juzgar , que si lo hacen ya que hay un veredicto
ResponderEliminarMe parece interesante el comentario sobre la importancia de interactuar con el publico , pero creo que un buen artista no manipula sino convence
desde un punto de vista no profesional, simplemente de disfrute me gustado mucho el griego Arsenis
Todavia le queda a Grecia esperanzas en las gentes que estan representándola fuera
Aquí sigo escuchando fragmentos de podcasts, y me resisto a conocer los 24 semifinalistas hasta que acabe de escuchar los días 4 y 5.
ResponderEliminarBrevemente sobre el día 3: me quedo con KIM Bomsori y Nikki CHOOI. No me puedo olvidar de IIVONEN (semifinalista en 2009), aunque, de moemnto los antiguos semifinalistas no me están convenciendo mucho...(quizás se salve SHIN HYUN). Fabiola KIM también me gustó.
Sobre los hermanos MICHAL...no sé, quizás pasen de ronde alguno de ellos, pero su primera ronda no acaba de convencerme.
Lamentablemente todas los elementos que se ven en directo, a mí se me escapan al escuchar sólo el audio (vuelvo a recordar).
Brillante artículo Jesús, esto se pone interesante. En general suscribo tus palabras sobre la consonancia artística, aunque con matices. Lo que hablas sobre los jurados, me temo que esa situación es utópica, en lo que te refieres a abstraerse de cualquier prejuicio...Afortunadamente el jurado no son 3 personas sino bastantes más, lo que me tranquiliza sólo un poco. Partiendo de que la valoración no puede ser nunca objetiva, sino que entran en juego multitud de elementos subjetivos, cada miembro del jurado por mucho que lo intente no podrá escapar de ciertos "prejuicios". Sobre interactuar con el público, seguimos en un terreno subjetivo,y en mi opinión los hay que convencen al público de manera natural, sin necesidad de buscar estrategias para buscar la atención del público (esto es lo más difícil y creo que hay radica la verdadera consonancia artísitica), y otros que manipulan para convencer, buscando trucos y artificios que la gente adora.
Sobre las pruebas de orquesta, ya que has abierto ese tema, ¿creéis que se tiene en cuenta mucho la consonancia artística? Porque yo sinceramente es la primera vez que me planteo esto seriamente, siempre se nos ha dicho: AFINACIÓN, SONIDO Y RITMO. Creo lamentablemente que puedes ser todo un artista, pero como un pasaje te quede un poco guarreado, o falles alguna nota, o el tempo se te vaya en unos compases, ya estás sentenciado.
Animo a la gente a que vaya participando en estos debates. No es necesario escuchar los concursantes, Jesús está abriendo temas muy interesantes.
Saludos!!!